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Que somos Río

Algunos días regreso caminando. Porque andar ayuda a dejar atrás la jornada, y mientras permanezco pienso en la huida; transgresor escondite es el andar, intangible, esquivo e impregnado de alma. Nadie puede encontrarte. Tú, solo tú eres. Y antes de llegar al río percibo el frescor; a veces, envuelta en la duda temo que proceda de algún lugar artificial, tal vez una mole de hierro que expulse un aire gélido, casi metálico, frío. Pero es tan amplio que no puede ser otro que el río. Tal vez la hierba recién cortada o el agua clorada del riego. Pero no, es tan sincero que no puede ser otro que el río.

Y llego a la altura y me detengo en las sombras que proyectan los matojos, y los animales esquivando la presencia humana. Y el agua, murmulla sin importarle la hora.

Todo el mundo debería tener agua cerca; un lago, un mar, un lugar donde serenarse, donde olvidar que no somos mentira, que no somos las moles de cemento que nos envuelven, que el aire gélido de la rutina es solo un espejismo. Que somos tierra, bosque, cielo inabarcable. Que somos el río caminando.

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